DOCUMENTOS

DOI: 10.18046/recs.i12.1675

 

EL ESTUDIO DE LOS PROBLEMAS DE LA POBLACIÓN NEGRA [1898]*

 

THE STUDY OF THE NEGRO PROBLEMS

 

O ESTUDO DOS PROBLEMAS DA POPULAÇÃO NEGRA

 

 

W. E. BURGHARDT DU BOIS

University of Pennsylvania, Pennsylvania, Estados Unidos.

 

Artículo de reflexión: recibido 29 /11 /11 y aprobado 24 /10 /12

 


RESUMEN

Este artículo propone una agenda de investigación sociológica para estudiar los problemas de la población Negra en los Estados Unidos. La primera parte describe la manera en que se han desarrollado los problemas de la población Negra producto de las relaciones de explotación en el sistema esclavista. La segunda, evalúa los problemas actuales de la población negra en el proceso de formación del Estado post-emancipación, entre los que se destacan la deficiente situación económica y la imposibilidad de equiparar la eficiencia social de este grupo con los demás grupos sociales de la nación. Una tercera parte plantea la necesidad de estudiar cuidadosamente los problemas de la población Negra. La cuarta parte, describe el trabajo logrado en este sentido. Finalmente una quinta sección propone un programa de estudio para el futuro, en el que el estado y las universidades aparecen como las instituciones mejor dotadas para conducirlo.

Palabras clave: W.E.B. Du Bois, sociología norteamericana, Afronorteamericanos, estudios sobre Afrodescendientes.


ABSTRACT

This article proposes an agenda of sociological research for studying the issues facing the black population in the United States. The first section describes the way in which these issues have developed as a product of the exploitative relationships within the slavery system. The second evaluates the current problems of the black population in the process of the formation of the State after emancipation, among which the deficient economic situation and the impossibility of equalizing the social efficiency of blacks with the other social groups in the nation stand out. The third section discusses the need to study the problems of the black population carefully, while the fourth describes the work that has been done along these lines. Finally, the fifth section proposes a program of study for the future, one which the State and academia appear to be the institutions best equipped to lead.

Key words: W.E.B. Du Bois, American Sociology, African-Americans, Studies about Afro-descendants.


RESUMO

Este artigo sugere uma agenda de pesquisa tendente ao estudo dos problemas sociológicos da população negra nos Estados Unidos. Uma primeira parte descreve a origem dos problemas da população negra como resultado das relações de exploração no sistema escravista. A seguir se avaliam os atuais problemas da população negra, no processo de formação do estado de pós- emancipação, tendo destaque a difícil situação econômica e a incapacidade deste grupo para igualar a eficiência dos outros grupos sociais no país. A seção seguinte reflete na necessidade de estudar atenciosamente os problemas da população negra, enquanto uma quarta parte descreve os trabalhos realizados neste sentido. Finalmente, uma quinta seção recomenda um programa de estudo para o futuro; sendo, neste caso, o Estado e as universidades os instrumentos melhor aprovisionados para levá-lo a efeito.

Palavras-chave: W.E.B. Du Bois, Sociologia americana, afro-norte-americanos, estudos em afrodescendentes.


 

 

Nota introductoria
W. E. B. Du Bois vivió entre 1868 y 1963. Nació en Great Barrington-Massachusetts, Estados Unidos. Fue un sociólogo, historiador, novelista, dramaturgo y crítico cultural Afronorteamericano pionero. Dedicó su vida a cuestionar el fundamento racial de la injusticia social. En 1896 se graduó del doctorado en Sociología en Harvard, convirtiéndose en el primer Afroamericano en graduarse de esta institución. Su tesis de doctorado se tituló The supression of the African Slave Trade, y fue publicada por Harvard University Press. Entre 1986 y 1897 fue profesor de Sociología en la Universidad de Pensilvania, donde publicó The Philadelphia Negro. Entre 1897 y 1910 enseñó historia y economía en la universidad de Atlanta. En 1903 publicó The Souls of the Black Folk. Entre 1910-1934 contribuyó a la creación del Movimiento del Niágara y el NAACP (National Association for the Advancement of Colored People). Organizó el congreso Panafricano de Paris en 1919.
W. E. B. Du Bois fue corresponsal de varios periódicos, entre ellos el New York Age, el New York Globe y el Springfield Republican. Entre 1910 y 1934 fundó y fue el editor del periódico The Crisis, el cual sirvió como medio de comunicación de la ideas del NAACP. En 1934 retornó a Atlanta como director del departamento de Sociología y publicó Black Reconstruction. Estuvo en Atlanta hasta 1944, cuando decidió retornar al NAACP como director de publicaciones. Por su activismo en defensa de la paz y la justicia social, en 1951 el departamento de Justicia formuló cargos en su contra por el desarrollo de supuestas actividades subversivas, resultando absuelto tras el juicio. En 1958 ganó el premio Lenin de la paz. En 1961 se convirtió en miembro del partido comunista en Estados Unidos y, por invitación del presidente de Ghana Kwame Nkrumah, dio inicio al proyecto de edición de la Enciclopedia Africana. Murió el 27 de agosto de 1963 tras haber obtenido, ese mismo año, la ciudadanía de Ghana.

El presente período de desarrollo en el estudio de la sociología es un período de prueba; es el período de la observación, la investigación y la comparación –el trabajo es siempre tedioso, frecuentemente sin propósito, sin principios bien fundamentados ni líneas orientadoras, y siempre sujeto a una crítica pertinente. ¿Después de todo, qué se ha logrado? Para una respuesta positiva, lo que años de investigación y especulación han sido capaces de dar a cambio es la aserción de que los fenómenos de la sociedad son dignos del más cuidadoso y sistemático estudio, y si este estudio puede eventualmente conducir a un cuerpo de conocimiento sistemático que merezca el nombre de ciencia, no puede en ningún caso fallar en dar al mundo una gran verdad que merezca conocerse.

Estando en el período de observación y comparación, debemos confesarnos que los sociólogos de pocas naciones tienen una oportunidad tan apropiada de observar el crecimiento y la evolución de la sociedad como los de los Estados Unidos. El rápido crecimiento de un país joven, los vastos cambios sociales, el maravilloso desarrollo económico, los experimentos políticos audaces y el contacto entre diferentes estándares morales, se convierten en conjunto en objetos cruciales para los estudiantes1 americanos, ya sea a la hora de examinar la acción social, para hacer reproducciones micro-cósmicas de largos siglos de historia mundial, o para acercarse a las rápidas –e incluso violentas- repeticiones de grandes problemas sociales. Aquí hay un todo un campo para el sociólogo -un campo rico, pero poco trabajado, y lleno de grandes posibilidades. Los eruditos europeos envidian nuestras oportunidades y hay que reconocer a nuestro crédito que en la última década se ha despertado un gran interés por la observación de los fenómenos sociales –un interés efímero y superficial, pero que abre la puerta para una agenda de investigación y un esfuerzo científico amplio.

Sin embargo, existe un campo –probablemente más amplio que cualquier otro dominio de los fenómenos sociales- en el que no parece haberse despertado aún una comprensión adecuada de las oportunidades que ofrece para la investigación científica. Este es el grupo de fenómenos sociales que emergen de la presencia de ocho millones de personas de descendencia africana en suelo norteamericano.

Es mi propósito, en este artículo, discutir ciertas consideraciones que conciernen al estudio de los problemas sociales que están afectando a los Negros Americanos: primero, el desarrollo histórico de estos problemas. Luego, la necesidad de su estudio sistemático y cuidadoso en el presente; tercero los resultados de los estudios científicos de los Negros hasta el momento. Cuarto, los ámbitos y métodos que las investigaciones científicas futuras deberían considerar y, finalmente, las entidades en las cuales este trabajo puede ser desarrollado de la mejor manera.

Desarrollo de los problemas de la población negra

Un problema social es un fracaso de un grupo social organizado para realizar sus ideales de grupo, a través de la incapacidad de adaptar una determinada línea de acción deseada para unas condiciones de vida dadas. Si, por ejemplo, un gobierno fundado en el sufragio universal tiene una parte de su población tan ignorante como para no poder votar con inteligencia, tal ignorancia se convierte en un problema social amenazante. La imposibilidad del desarrollo económico y social en una comunidad donde un gran porcentaje de la población se niega a acatar las normas sociales del orden, genera un problema de delincuencia y de ilegalidad. La prostitución se convierte en un problema social cuando las exigencias de la vida en el hogar lujoso entran en conflicto con las costumbres del matrimonio.

Así, un problema social es siempre una relación entre las condiciones y las acciones y, a medida que las condiciones y acciones varían y cambian de un grupo a otro, de un momento a otro, de lugar en lugar, así mismo cambian los problemas sociales, se desarrollan y crecen. Por consiguiente, a pesar de que normalmente hablamos del problema de los Negros como si fuera una cuestión que no cambiara, los estudiantes deben reconocer los hechos obvios, que este problema, como otros, ha tenido un largo desarrollo histórico, ha cambiado con el crecimiento y la evolución de la nación. Además, que no es un problema, sino un plexo de problemas sociales, algunos nuevos, otros viejos, algunos simples, algunos complejos, y estos problemas tienen su vínculo de unidad en el acto en el que se agrupan alrededor de los africanos, a quienes dos siglos de trata esclavista los introdujeron en esta tierra.

En la última parte del siglo XVII y a principios del siglo XVIII, la necesidad económica central y absorbente de América fue la creación de una oferta de trabajo adecuada para desarrollar la riqueza americana. Esta cuestión había sido resuelta en las Indias Occidentales esclavizando a los indios y a los Negros. En las colonias de la parte continental se resolvió con la importación de Negros y sirvientes escriturados. Inmediatamente después, surgió la cuestión del estatus legal de los esclavos y sirvientes, y se expidieron docenas de estatutos, desde Massachusetts hasta Georgia, 'para la regulación apropiada de los esclavos y sirvientes'. Tales estatutos buscaron resolver los problemas del trabajo y no de la raza o el color. Sin embargo, pronto dos circunstancias empezaron a diferenciarse en el campo del trabajo, problemas que afectaban a los esclavos de por vida, y que se diferenciaban de aquellos que afectaban a los sirvientes por períodos limitados. Estas circunstancias fueron la superioridad económica del sistema esclavista, así como el hecho de que los esclavos no eran ni de la misma raza, idioma, ni religión de los sirvientes y sus amos. Así, entre clases trabajadoras distantes entre sí, surgió naturalmente una diferencia en la posición legal y en el estatus social. Los estatutos coloniales pronto dejaron de abarcar la normativa aplicable a los esclavos y sirvientes en un capítulo, y empezaron a emitirse leyes para los sirvientes por un lado, y para los esclavos Negros por el otro.

Como el trabajo esclavo, en las condiciones peculiares de la vida colonial, aumentó en valor y eficiencia, las importaciones de africanos aumentaron, mientras que las de criados escriturados disminuyeron. Esto dio lugar a nuevos problemas sociales, a saber, los de la protección de una civilización débil contra una afluencia de barbarie y paganismo. Entre 1750 y 1800, un número cada vez mayor de leyes comenzó a formar un código esclavo peculiar y sistemático, basado en una idea distinta de casta social. Incluso, a medida que este código de esclavos se fue desarrollando, las nuevas condiciones sociales cambiaron el aspecto de los problemas. Las leyes, hasta el momento, se habían hecho a la medida de una clase distinguida por su condición más que por su raza o color. Surgió entonces, sin embargo, una clase de Negros angloparlantes nacidos en suelo americano y miembros de las iglesias cristianas. De las relaciones sexuales ilícitas y de un número considerable de matrimonios mixtos con sirvientes, brotó un número de personas de sangre mezclada. En este contexto, una nueva clase de Negros libres fue creada por la emancipación y por el nacimiento de hijos Negros de mujeres Blancas: todos estos desarrollos llevaron a un principio distintivo de la vida de grupo entre los Negros. Se dieron intentos repetidos de insurrección organizada, fugas al por mayor, como la que estableció los exiliados en Florida, y emergió una clase de propietarios Negros y votantes. Tales movimientos sociales pusieron cara a cara a los colonos con nuevos y graves problemas, los cuales, en un primer momento, se buscaron eliminar en formas curiosas. Por ejemplo, negando el rito del bautismo, estableciendo la presunción legal de que todos los Negros y Mulatos eran esclavos y, finalmente, convirtiendo el código esclavo en un código negro. De esta manera, se reemplazó una casta de condición por una casta de raza, deteniendo duramente el coito legal y tratando de evitar mayores complicaciones al restringir e incluso reprimir la trata de esclavos.

Esta acción concertada y decidida cambió de nuevo el carácter de los problemas de la población Negra, que no dejaron de ser graves. La incapacidad del Negro de escapar de una casta servil hacia la libertad política convirtió a los problemas del grupo en problemas de la vida familiar. En las plantaciones separadas y en los hogares, el Negro se convirtió en un miembro constitutivo de la familia, hablando su idioma, adorando en sus iglesias, compartiendo sus tradiciones, llevando su nombre y, a veces, compartiendo su sangre. Los esclavos talentosos encontraron gran libertad en las relaciones íntimas disfrutadas con las familias, perdieron muchas tradiciones de su patria y sus ideales se mezclaron con los ideales de su nuevo país. Algunos hombres empezaron a ver en este desarrollo un peligro físico, económico y moral para la tierra, inquietos por indagar cómo permitir el desarrollo de los Blancos y los Negros sin desmoralizar a los unos o fusionarse con los otros. La solución a estas dificultades se buscó en un intento generalizado de eliminar al Negro de la familia como había sido anteriormente eliminado del Estado, mediante un proceso de emancipación que ni siquiera hizo medianamente libres a éstos y a sus hijos. Con la noción indefinida de colonización se crearon los siervos anómalos. Esta política se llevó a cabo hasta que la mitad de la tierra y una sexta parte de los Negros fueron cuasi-hombres libres.

En cuanto la nación estaba a punto de darse cuenta de la futilidad de la colonización, uno de esos extraños movimientos mundiales incalculables comenzó a sentirse en todo los estados civilizados. Un movimiento tan vasto que llamamos la Revolución Económica del siglo XIX. Una demanda mundial de cultivos particularmente adecuada para el sur sustituyó en Europa el sistema de fábrica de la industria casera, y en América el sistema de plantación esclavista extenso por el de familia patriarcal. La esclavitud se convirtió en un sistema industrial y no en una escuela de formación de la condición de siervo. Los Códigos Negros sufrieron una transformación repentina que endureció la carga de los esclavos, facilitó el comercio de los mismos, obstaculizó el avance de la emancipación y representó la condición del Negro libre como insoportable. La cuestión de la raza y el color en Estados Unidos adquirió una importancia nueva y peculiar cuando se ubicó en la base de algunas de las mayores industrias del mundo.

Sin embargo, el cambio en las condiciones industriales no sólo afectó a las demandas de un mercado mundial, sino también aumentó la eficiencia del trabajo. Un sistema de mano de obra que para 1750 era verdaderamente un éxito, pronto se convirtió, bajo las condiciones alteradas de 1850, no sólo en una monstruosidad económica sino también en una amenaza política, por lo que rápidamente la crisis se desarrolló de tal manera que toda la evolución de la nación llegó a un punto muerto, y la solución de nuestros problemas sociales tuvo que dejarse al torpe método de la fuerza bruta.

En cuanto a la raza Negra se refiere, la Guerra Civil simplemente nos dejó cara a cara con el mismo tipo de problemas de condición social y casta a los que la nación había empezado a enfrentarse un siglo atrás. Estos problemas son los que estamos enfrentando hoy, un poco impotentes, por no decir que de manera descuidada, olvidando que estamos viviendo cuestiones sociales cuya progenie sobrevivirá a la maldición de la nación, a menos que los enfrentemos con valentía e inteligencia.

Problemas actuales de la población negra

Tales son algunos de los cambios de condición y de movimientos sociales que desde 1619 han modificado y ampliado los problemas sociales agrupados alrededor del Negro Americano. En este desarrollo de sucesivas preguntas sobre un centro,2 no hay nada peculiar a la historia estadounidense. Dada cualquier condición fija o de hecho –por ejemplo un río Nilo, una gama de los Alpes, una raza alienígena o una idea nacional- los problemas de la sociedad en cada etapa de avance se agruparán alrededor de ésta. Todo crecimiento social implica una sucesión de problemas sociales -estos constituyen el desarrollo, demuestran que el ajuste laborioso y con frecuencia desconcertante de acción y condición es la esencia del progreso-, y mientras un hecho particular o circunstancia puede servir en un país como punto de encuentro de muchas cuestiones intrincadas de ajuste, la ausencia de ese hecho en particular no significaría la ausencia de todos los problemas sociales. Era inevitable que las preguntas por el trabajo, la casta, la ignorancia y la raza emergieran en los Estados Unidos. Éstas simplemente se complicaron y se intensificaron por la presencia del Negro.

Volviendo ahora de este breve resumen de las diversas fases de estas preguntas, vamos a indagar con un poco más de cuidado la forma bajo la cual los problemas del Negro se presentan hoy, después de 275 años de evolución. Su existencia es claramente manifiesta por el hecho de que una masa segregada de ocho millones de estadounidenses no comparte totalmente la vida nacional; no son una parte integral del cuerpo social. Los problemas particulares de los Negros aluden a aquellos puntos en los que se ha fallado en incorporarlos en la vida de grupo, y pueden dividirse en dos partes diferentes pero correlacionadas, en función de dos hechos:

En primer lugar, los Negros no comparten la vida nacional completa porque como grupo no han llegado a un grado suficientemente alto de cultura. En segundo lugar, ellos no comparten la vida nacional completa porque siempre ha existido en América una convicción -que varía en intensidad, pero siempre generalizada- de que las personas de sangre Negra no deben ser admitidas en la vida de grupo de la nación sin importar cuál pueda ser su condición. Teniendo en cuenta los problemas que surgen del retrógrado desarrollo de los Negros, podemos decir que la masa de esta raza no llega a los estándares sociales de la nación con respecto a:

Aun cuando la legislación especial y la asistencia organizada intervienen, los libertos siempre empiezan una nueva vida bajo una situación de desventaja económica que, en generaciones, tal vez en siglos, no se puede superar.

Una vez más, de todas las partes constituyentes importantes de nuestra nación el Negro es, de lejos, el más ignorante y casi la mitad de esta raza es absolutamente analfabeta. Sólo una minoría de la otra mitad tiene una formación escolar común y a profundidad, y sólo un remanente es educado liberalmente. La gran deficiencia del Negro, sin embargo, es su escaso conocimiento del arte de la organización de la vida social, que es la última expresión de la cultura humana. Su desarrollo de vida en grupo fue resquebrajado abruptamente por la trata esclavista, dirigido a canales anormales y empequeñecido por los Códigos Negros, y de repente reconstruido por la proclamación de la emancipación. Por lo tanto, el Negro se encuentra particularmente débil en la agradable adaptación de la vida individual a la vida del grupo que es la esencia de la civilización. Esto se muestra en las formas más groseras de inmoralidad sexual, enfermedad y crimen, así como también en la dificultad de organización de la raza para lograr acuerdos comunes en las líneas de vida económica o intelectual.

Por estas razones, el Negro se quedaría atrás de cualquier nación moderna promedio, estando inusualmente impedido en el contexto de una nación que sobresale por su extraordinario desarrollo económico, su promedio de inteligencia popular y por la audacia de sus experimentos en la vida social organizada.

Estos problemas de pobreza, ignorancia y degradación social difieren de problemas similares en todo el mundo en un aspecto importante, y es el hecho de que se complican en un entorno peculiar. Esto constituye la segunda clase de problemas Negros y reposan, como se ha dicho, en la convicción generalizada entre los estadounidenses de que ninguna persona de ascendencia Negra debería convertirse en miembro constituyente del cuerpo social. Este sentimiento genera problemas económicos, problemas educativos, e interesantes preguntas en torno a la moralidad social. Esto hace que sea más difícil para los hombres Negros ganarse la vida o gastar sus ganancias como les plazca. Acceden a las instalaciones escolares más pobres y tienen un contacto restringido con las clases cultas, y esto se convierte, en todo el territorio, en causa y excusa para el descontento, la anarquía, la pereza y la injusticia.

Necesidad de estudiar cuidadosamente los problemas de la población Negra

Los anteriores son, someramente mencionados, los elementos de los actuales problemas de la población Negra. Sin embargo, resulta un propósito muy pequeño nombrar los elementos de un problema, a menos que podamos también decir con exactitud en qué medida cada elemento contribuye a un resultado final: si, por ejemplo, las dificultades actuales surgen, en gran parte, de la ignorancia que de los prejuicios, o vice versa. Esto no lo sabemos, y es aquí donde toda discusión inteligente del Negro Americano llega a un punto muerto. Cerca de un centenar de años atrás, Thomas Jefferson se quejó de que la nación nunca había estudiado la verdadera condición de los esclavos y que, por lo tanto, toda conclusión acerca de ellos en general era extremadamente peligrosa. Nosotros, los de esta otra época, apenas podemos decir que hemos progresado materialmente en ese estudio. Sin embargo, estos problemas, tan vastos y complejos, que demandan una investigación exigente de un análisis experto y capacitado, que tocan cuestiones que afectan a la misma fundación de la república y del progreso humano, y que aumentan y se multiplican año tras año, parecen instar con mayor fuerza a la nación a medir y comprender a fondo los elementos fundamentales de este ejemplo de la evolución humana.

Ahora bien, primero debemos estudiar los problemas de la población Negra con el fin de distinguir entre los diferentes y distintos problemas que afectan a esta raza. Nada hace que la discusión inteligente sobre la posición del Negro sea tan infructuosa como la insistencia reiterada en separar las diferentes cuestiones que le afectan. Si un Negro analiza la cuestión, es solamente apto para discutir el problema de los prejuicios raciales. Si un hombre Blanco del Sur escribe sobre el tema, es en cambio apto para discutir los problemas de la ignorancia, el crimen y la degradación social. Aun así, cada uno llama al problema que aborda el problema Negro, dejando en un oscuro fondo la cuestión realmente crucial de la importancia relativa de los múltiples problemas involucrados. Antes de que podamos comenzar a estudiar de forma inteligente al Negro, debemos darnos cuenta de que definitivamente éste no sólo está amenazado por todas las diversas fuerzas sociales que actúan en cualquier nación en su etapa de avance, sino además que sobre él está influyendo el gran poder de un ambiente social, peculiar e inusual que afecta en cierta medida todas las demás fuerzas sociales.

En segundo lugar, debemos tratar de conocer y medir cuidadosamente todas las fuerzas y condiciones que van a componer estos diferentes problemas, para trazar el desarrollo histórico de estas condiciones y descubrir, en la medida de lo posible, el patrón de desarrollo. Sin duda esto será un trabajo difícil y se puede, con mucha veracidad, objetar que no podemos determinar, por los métodos de investigación sociológica por nosotros conocidos, todos esos hechos a fondo y con precisión. A esta objeción sólo es necesario responder que por muy difícil que pueda ser saber todo sobre el Negro, lo cierto es que podemos conocer mucho más de lo que sabemos, y que podemos tener nuestro conocimiento de una forma más sistemática e inteligible. Como están las cosas, nuestras opiniones sobre el Negro son más materia de fe que de conocimiento. Todo estudiante está dispuesto a discutir el asunto, y hay pocos hombres que no hayan establecido convicciones. Tal situación es peligrosa. Siempre que una nación permite a los impulsos, a las conjeturas caprichosas y apresuradas, usurpar el lugar de la conciencia y la acción inteligente y normativa, está en grave peligro.

El único objetivo de cualquier sociedad es resolver sus problemas de acuerdo con sus más altos ideales, y el único método racional de lograr esto es el estudio de los problemas a la luz de la mejor investigación científica.

Por último, el Negro Americano merece ser estudiado con el noble fin de contribuir al avance de la causa de la ciencia en general. Nunca a los estudiosos de una nación moderna se les ha presentado una oportunidad de observar y medir la historia y el desarrollo de una gran raza de hombres. Si pierden esta oportunidad –si hacen el trabajo de una manera descuidada y no sistemática- si pierden el tiempo con la verdad, al humor de los caprichos de la época, hacen mucho más daño que ofender el buen nombre de la gente americana. Le hacen daño a la causa de la verdad científica en todo el mundo, disminuyen voluntariamente el conocimiento humano de un universo del que somos suficientemente ignorantes, y degradan la gran búsqueda de la verdad en un tiempo en que necesitamos insistir más y más en su santidad.

El trabajo logrado

Se puede decir que no es del todo correcto afirmar que se han realizado pocos intentos para estudiar estos problemas o para poner a la nación en posesión de un cuerpo de verdad de acuerdo con el que pueda actuar inteligentemente. Está muy lejos de mi propósito desacreditar en modo alguno la labor ya realizada por los estudiantes de estos temas. Un esfuerzo valioso, sin duda, se ha puesto en este campo de conocimiento y, sin embargo, una revisión cuidadosa del campo parece enfatizar en el hecho de que el trabajo realizado es evidencia de una pequeña proporción del trabajo que se debe hacer.3Además, los estudios hasta ahora realizados pueden ser, en su conjunto, justamente criticados en función de tres cuestiones: (1) No se han basado en un conocimiento profundo de los detalles, (2) no han sido sistemáticos, (3) no han sido críticos.

En pocos temas los historiadores han estado tan conformes en continuar repitiendo, indefinidamente, las actuales tradiciones de pensamiento y de hechos no investigados. Gravemente, todavía nos siguen diciendo que la trata de esclavos cesó en 1808, que la docilidad de los africanos hizo que las insurrecciones esclavas fueran casi desconocidas, y que el Negro nunca desarrolló en este país una autoconsciencia de vida de grupo antes de 1860. En el esfuerzo apresurado de cubrir un tema amplio pero tan desconocido en sus detalles, lo frecuente ha sido el trabajo superficial. Es el caso, por ejemplo, de un periodista que gastó sus 'intervalos de ocio en el trabajo del periódico' por 'casi dieciocho meses', en el distrito de Columbia, para luego publicar un estudio de 80.000 negros, con observaciones sobre sus instituciones y el desarrollo.4

Una vez más, el trabajo realizado ha sido lamentablemente no sistemático y fragmentado. El trabajo científico tiene que ser subdividido, pero las conclusiones que afectan al conjunto de sujetos deben estar basadas en un estudio de la totalidad. Uno no puede estudiar al Negro en la libertad y llegar a conclusiones generales acerca de su destino sin saber su historia en la esclavitud. Un amplio conjunto de problemas con un centro común debe también ser estudiado de acuerdo con un plan general, si se va a comparar el trabajo de diferentes estudiantes para avanzar hacia la construcción de un cuerpo unificado de conocimiento. Una vez iniciado, un plan debe llevarse a cabo, no como en el caso de nuestros erráticos informes del censo, que después de permitirnos hacer seguimiento al tamaño de las fincas en el Sur durante tres décadas, nos deja de repente preguntando por la relación entre las fincas y las familias agrícolas. Los estudiantes de los Códigos Negros no deben detenerse de repente en 1863. Los viajeros y los observadores, cuyo testimonio podría ser de gran valor si se organiza con algún sistema razonable y limitado en el tiempo y en el espacio, no deben divagar sin un plan o propósito definitivo y ofrecer un trabajo de dudoso valor.

Lo más desafortunado de todo, sin embargo, es el hecho de que gran parte del trabajo realizado sobre la cuestión Negra es notoriamente acrítico. Acrítico por la falta de discriminación en la selección y valoración de las pruebas, acrítico en la elección del punto de vista apropiado desde el cual estudiar estos problemas y, finalmente, acrítico del claro sesgo en las mentes de tantos escritores. Para ilustrar, el hombre que no pretende conocer de primera mano el tema, y que aprendería de los estudios existentes, estaría hoy tristemente perplejo por las evidencias absolutamente contradictorias. Uno de los estudiantes declara que los Negros están avanzando en conocimiento y capacidad, que están trabajando, estableciendo hogares y empezando negocios, y que el problema pronto será un problema del pasado. Otro estudiante de aprendizaje igualitario declara que el Negro se está degenerando, hundiéndose en el crimen y en la inmoralidad social, recibiendo poca ayuda de la educación, que aún está desempeñándose principalmente como un sirviente doméstico, y que se encuentra destinado, en un corto tiempo, a resolver el problema muriendo completamente. Estas y muchas otras conclusiones contradictorias surgen de el uso acrítico del material. Un visitante a una gran escuela negra en el Sur captura la inspiración de la juventud, estudia el trabajo de los graduados, se impregna de las esperanzas de los maestros y deduce de inmediato, de la situación de unos pocos cientos, la condición general de una población que duplica el número de la población en Holanda. Un estudiante recientemente graduado de la universidad ve los suburbios de una ciudad del Sur, ve los trabajadores del campo en la plantación, tiene cierta experiencia con sirvientes Negros y, de la pereza, el crimen y la enfermedad con la que se encuentra, saca conclusiones acerca del comportamiento de los ocho millones de personas que residen desde Maine hasta Texas y desde Florida hasta Washington. Continuamente juzgamos el todo por las partes que nos son familiares. Continuamente asumimos el material que tenemos a la mano como típico. Reverentemente recibimos una columna de cifras sin preguntar quién los recogió, cómo fueron arregladas, hasta qué punto son válidas y qué posibilidades de error contienen. Recibimos el testimonio de los hombres sin preguntar si son capacitados o ignorantes, descuidados o cuidadosos, veraces o dados a la exageración y, sobre todo, si están presentando hechos u opiniones. Es tan fácil para un hombre que ya tiene formadas sus conclusiones recibir cada testimonio a su favor sin sopesarlo cuidadosamente y probarlo, que en ocasiones encontramos en estudios científicos serios pruebas muy curiosas de conclusiones generales. Un caso extremo se puede apreciar en un estudio recientemente publicado sobre los Negros, donde una parte del argumento a propósito de la condición física de todos estos millones, se apoya en la medición de quince chicos Negros en un reformatorio de Nueva York.

La costumbre generalizada de estudiar al Negro desde un punto de vista único, el de su influencia en los habitantes Blancos, es también responsable de gran parte del trabajo acrítico. Los esclavos son generalmente tratados como una masa inerte e inmutable, y la mayoría de los estudios sobre la esclavitud al parecer no tienen una concepción de la evolución social y el desarrollo entre ellos. El código esclavo de un estado se da por sentando, el progreso del sentimiento anti-esclavitud, los resultados económicos del sistema y la influencia general del hombre en condición de amo se estudian, pero sobre el esclavo en sí mismo, su vida de grupo y sus instituciones, los rastros restantes de su vida africana tribal, sus diversiones, su conversión al cristianismo, su adquisición de la lengua inglesa o su reacción en contra de su medio ambiente, escuchamos poco o nada, y se espera que creamos que el Negro se levantó de entre los muertos en 1863. Sin embargo, todo el testimonio de la ley y la costumbre, la tradición y la condición social actual, nos muestran que el Negro en el momento de la emancipación había pasado a través de una evolución social que lo separó ampliamente de sus antepasados salvajes.

La causa más funesta del estudio acrítico del Negro es el sesgo manifiesto y de largo alcance de los escritores. Los estadounidenses nacen en muchos casos con profundas y feroces convicciones sobre la cuestión Negra, y en otros casos se empapan de éstas en su medio ambiente. Cuando estos hombres llegan a escribir sobre el tema, sin capacitación técnica, sin una mirada amplia y, en algunos casos, sin un profundo sentido de la santidad de la verdad científica, su testimonio, aunque muy interesante como opinión, no necesariamente debe tener valor como ciencia. Así, con demasiada frecuencia, el testimonio sobre los Negros y sus amigos tiene que ser desestimado a causa del prejuicio manifiesto de los escritores. Por otra parte, el testimonio de muchos otros escritores del Norte, y especialmente en el Sur, tiene que ser recibido con reserva a causa de su sesgo demasiado evidente.

Estos hechos hacen el camino de estudiantes y observadores extranjeros peculiarmente espinoso. Las visiones del extranjero, si éste no es excepcionalmente astuto, dependerán en gran medida de sus cartas de presentación, de las visiones del hogar del estudiante, de su lugar de nacimiento y de su parentesco. Todos los estudiantes son propensos a pasar por alto la magnitud y la importancia de estos problemas, y a sucumbir a la tentación vulgar de basar en cualquier pequeña contribución que hacen al estudio de estos problemas, conclusiones generales sobre el origen y el destino de los Negros en el tiempo y la eternidad. Contamos con un sinfín de afirmaciones definitivas sobre la región Negra de América proveniente de hombres de influencia y conocimiento, en contraste con el hecho, conocido por todos los estudiantes rigurosos, de que actualmente no existe suficiente material de probada fiabilidad sobre el que algún científico pueda basar conclusiones definitivas en cuanto a la situación actual y las tendencias de los ocho millones de americanos Negros, y que cualquier persona o publicación que pretende dar tales conclusiones simplemente hace declaraciones que van más allá de la evidencia comprobada razonable.

Programa de estudio futuro

Si admitimos la profunda importancia de los problemas Negros, la necesidad de estudiarlos, y la existencia de ciertas deficiencias en el trabajo realizado hasta este momento, parece claro que debe ser un deber del pueblo estadounidense, en aras de la investigación científica y la reforma social, dar inicio a un estudio amplio y sistemático de la historia y la condición de los Negros norteamericanos. El alcance y método de este estudio necesitan ser aceptados de antemano en su principal estructura, no con el fin de obstaculizar la libertad individual de los estudiantes, sino para sistematizar y unificar los esfuerzos por cubrir este amplio campo de investigación.

El alcance de cualquier estudio social está limitado, primero que todo, por la actitud general de la opinión pública hacia la verdad y la búsqueda de la misma. Si en relación con cualquier problema social hay, por alguna razón, una negación persistente por parte de las personas para permitir que la verdad sea conocida, entonces claramente el problema no se puede estudiar. Sin duda, gran parte del insatisfactorio trabajo hecho hasta ahora a propósito del Negro se debe a esta causa. El intenso sentimiento que precedió y siguió a la guerra hizo que una investigación calmada y equilibrada fuese casi imposible. Todavía hoy quedan ciertos aspectos de esta pregunta que no podemos esperar que se nos permita estudiar desapasionadamente y a fondo. Esos aspectos son, también, objeto de la más alta consideración en la mente del público. Es extremadamente dudoso, por ejemplo, que algún estudio satisfactorio de la delincuencia entre los Negros y su linchamiento pueda hacerse en una generación o más, dado el estado actual de la opinión pública que hace casi que imposible llegar a los hechos y las condiciones reales. Por otra parte, en la última década la opinión pública se ha vuelto lo suficientemente liberal como para abrir un amplio campo de investigación para los estudiantes. Aquí está la oportunidad para un trabajo efectivo.

El derecho a entrar en este campo sin perturbaciones y sin trabas dependerá, en gran medida, de la actitud de la propia ciencia. Los estudiantes deben procurar insistir en que la ciencia como tal, sea esta física, química, psicología o sociología, tiene un simple objetivo: el descubrimiento de la verdad. Sus resultados deben ser abiertos para uso de todos los hombres, sean éstos comerciantes, médicos, hombres de letras o filántropos. Pero el objetivo de la ciencia es la simple verdad. Cualquier intento de darle un doble objetivo, de hacer de la reforma social lo inmediato, en lugar del medio a través del cual se busca la verdad, inevitablemente tenderá a derrotar ambos propósitos. La alianza frecuente de investigación sociológica con diversas panaceas y esquemas particulares de reforma, ha terminado por ligar estrechamente la investigación social con un número significativo de presunciones falsas e infundadas en la mente popular. En principio, habrá alguna dificultad en llevar a la gente del sur, tanto Negros como Blancos, a concebir un estudio serio y cuidadoso del problema de los Negros que no esté sustentado en ningún esquema de amalgama de raza, intrigas políticas, o la deportación a África. El nuevo estudio del Negro Americano debe evitar malentendidos desde el principio, insistiendo en que la investigación histórica y estadística tiene un sólo objeto, la comprobación de los hechos en cuanto a las fuerzas sociales y las condiciones de una octava parte de los habitantes de la tierra. Sólo por esta rígida adhesión al verdadero objeto del erudito, los estadistas y los filántropos de todos los matices de creencias pueden ofrecer un cuerpo confiable de verdad que pueda guiar sus esfuerzos al más grande y mejor éxito.

Por consiguiente, un estudio de los Negros, al igual que el estudio de cualquier tema, debe comenzar con ciertos postulados generalmente aceptados. Debemos admitir, por ejemplo, que el campo de estudio es grande y variable, y que lo que es cierto para el Negro en Massachusetts no es necesariamente cierto para los Negros en Luisiana; que lo que era cierto acerca de los Negros en 1850 no era necesariamente cierto en 1750, y que hay muchos y distintos problemas sociales que afectan al Negro. Finalmente, si vamos a confiar en este terreno común de la investigación científica, todos los partidarios y defensores tenemos que admitir de manera explícita el postulado implícito de que el Negro es un miembro de la raza humana y que, como alguien que a la luz de la historia y la experiencia es capaz de cierto grado de avance y de cultura, tiene derecho a que sus intereses sean considerados de acuerdo con su presencia numérica en todos los asuntos que refieran al bien común.

Con estas consideraciones previas, podemos decir que el estudio de la población Negra se ubica naturalmente en dos categorías, que aunque difíciles de separar en la práctica deben, en aras de la claridad lógica, mantenerse separados. Estas son: (a) el estudio de los Negros como un grupo social, y (b) el estudio de su peculiar ambiente social. El estudio de los Negros como grupo social puede ser, por conveniencia, dividido en cuatro aspectos no exactamente lógicos, pero aparentemente más prácticos, a saber:

El material disponible para la investigación histórica es rico y abundante. Existen los estatutos y registros coloniales; los archivos parcialmente accesibles de Gran Bretaña, Francia y España; las colecciones de las sociedades históricas; el gran número de informes y documentos ejecutivos y del Congreso; los estatutos del Estado, informes y publicaciones; los informes de las instituciones y sociedades; las narrativas personales y las opiniones de los diversos observadores, y las publicaciones de prensa que cubren casi tres siglos. A partir de estas fuentes se puede obtener una cantidad de información nueva sobre el desarrollo económico y social del Negro; sobre el auge y decadencia de la trata de esclavos; el carácter, la distribución y el estado de la cultura de los africanos; la evolución de los códigos de esclavos como expresión la vida del Sur; el surgimiento de expresiones peculiares de la historia social Negra como la de 'iglesia Negra'; la economía de la vida de la plantación; la posesión de propiedad privada por los esclavos, y la historia de la clase, a menudo olvidada, de Negros libres. Tal investigación histórica debe subdividirse en el espacio y limitarse en el tiempo por la naturaleza del sujeto, la historia de las diferentes colonias y grupos que están siendo seguidos y comparados, los distintos períodos de desarrollo que están recibiendo estudio especial, y todo el tema en revisión desde diferentes aspectos.

La recopilación de estadísticas debe ser llevada a cabo con mayor cuidado y minuciosidad. No es ningún crédito para una gran nación moderna que exista una duda tan bien fundamentada sobre nuestro conocimiento actual de cosas sencillas tales como el número, la edad, el sexo y el estado conyugal de nuestra población Negra. Las investigaciones estadísticas generales deben evitar la búsqueda de tabular condiciones sociales más complejas que las que se indican. El estatus social concreto del Negro sólo puede ser determinado mediante estudios intensivos realizados en localidades limitadas, por investigadores competentes, y en conformidad con un plan general. El estudio estadístico por grupos tiende a ser más preciso, se realiza con mayor facilidad, y es capaz de asegurar agentes más competentes y responsables que cualquier censo general.

En un tema tan complicado, los promedios generales tienden a ser peligrosamente engañosos. Un estudio de este tipo debe buscar determinar, por los métodos aprobados de medición social, el tamaño y la condición de las familias, las ocupaciones y los salarios, la tasa de analfabetismo de los adultos y de educación de los niños, el nivel de vida, el carácter de las viviendas, los bienes de propiedad y las rentas pagadas, al igual que el carácter de la organización de vida colectiva. Esas investigaciones deberían extenderse hasta cubrir la vida colectiva típica de los Negros en todas las secciones del territorio, y se deberían repetir de vez en cuando en los mismos lugares y con los mismos métodos para medir el desarrollo social.

La tercera división de estudio es la medición antropológica, e incluye un estudio científico del cuerpo de la población Negra. La particularidad más evidente -una peculiaridad que es un elemento importante en muchos de los problemas que le afectan- es su diferencia física frente a las personas con quien tiene contacto. Esta diferencia es tan notable que se ha convertido en la base de una teoría, suposición y sugerencia masiva profundamente arraigada, y sin embargo basada en una endeble base de hechos científicos. Es cierto que existen diferencias entre las razas Blanca y Negra, pero se desconocen con precisión cuáles son estas diferencias. No obstante, aquí en Estados Unidos se nos brinda la oportunidad más extraordinaria jamás ofrecida para estudiar tales diferencias, tomando nota de las influencias del clima y del medio ambiente físico, así como para estudiar el efecto de amalgamar dos de las razas más diversas del mundo. Este es otro tema que descansa bajo una nube de ignorancia.

La cuarta división de esta investigación es la interpretación sociológica. Se debe contemplar la disposición y la interpretación histórica y estadística a la luz de la experiencia de otros países y otras épocas. Se debe procurar, igualmente, estudiar las manifestaciones más sutiles de la vida social, que la historia no pueda dejar de mencionar y que las estadísticas no pueden contar, como la expresión de vida de los Negros tal como se encuentra en cientos de periódicos, en su considerable literatura, en su música y su folklore, en su germen de vida estética, en fin: en todos los movimientos y costumbres entre ellos que manifiestan la existencia de una mente social distinta.

La segunda categoría de estudios sobre el Negro tiene que ver con su peculiar entorno social. Será difícil, como se ha insinuado, separar un estudio del grupo de un estudio del medio ambiente. La acción y la reacción del grupo frente a sus alrededores debe mantenerse claramente diferenciados si se espera comprender los problemas de la población Negra. El estudio del medio ambiente puede realizarse al mismo tiempo con el estudio del grupo, sólo que los dos conjuntos de fuerzas deben recibir medición distinta.

En este campo de investigación será difícil hacer algo más que subdividir la investigación en tiempo y espacio. El intento debe estar dirigido a aislar y estudiar los fenómenos tangibles del prejuicio hacia los Negros en todos los casos posibles. Estas investigaciones deben considerar el efecto del tiempo y el espacio en el desarrollo físico del Negro, en su concupiscencia mental, en su condición moral y social, tal como se manifiesta en la vida económica, en las sanciones legales y en la delincuencia y la ilegalidad. La influencia de ese mismo prejuicio en la vida y el carácter norteamericano permitiría explicar, de esta manera, los cambios de otra manera inexplicables a través del los cuales han pasado los prejuicios hacia el Negro.

El plan de estudios aquí esbozado es, sin duda, largo, difícil y costoso. Sin embargo, no es más que conmensurable con el tamaño y la importancia del tema con el que se espera tratar. Se necesitarán años y décadas para llevar a cabo tal plan, con una mínima medida de éxito. No obstante, no puede haber duda de que este plan, o algo similar a éste, señala el camino más rápido hacia la solución definitiva de las dificultades actuales.

Los agentes apropiados para este trabajo

A manera de conclusión, no estaría fuera de lugar sugerir las agencias que estarían mejor preparadas para realizar un trabajo de esta magnitud. Sin duda, siempre habrá espacio para el individuo que trabaje solo. Ahora bien, si se desea cubrir el campo de manea sistemática y en un plazo razonable, sólo serán de provecho esfuerzos organizados y concertados. Los requisitos, medios necesarios, habilidades y la preparación para dicho trabajo pueden ser aportados única y exclusivamente por dos entidades: el gobierno y la universidad.

Para ponerlo de una manera simple: la realización periódica de preguntas concretas gran escala debería depender de los gobiernos nacionales y estatales. El censo decenal, debidamente organizado en conformidad con las normas de la administración pública, debe ser la única gran agencia de recolección de información general en cuanto respecta a los Negros. Si, empero, el actual Congreso no puede ser inducido a organizar una oficina de censo bajo las normas adecuadas de la Administración Pública, y de acuerdo con el mejor asesoramiento experto, debemos continuar durante muchos años dependiendo de métodos de medición torpes e ignorantes para atender temas que demandan exactitud y técnicas bien entrenadas. También es posible para agencias nacionales de otra índole, así como para los gobiernos de los estados, estudiar algunos aspectos de la cuestión Negra en zonas extensas. Ejemplos conspicuos de ello son las valiosas estadísticas educativas recogidas por el Comisionado Harris, así como la serie de estudios económicos recientemente realizados por el Departamento de Trabajo.

En general, se puede establecer como un axioma que la actividad del gobierno en el estudio de este problema debería limitarse, principalmente, a la comprobación de hechos simples que abarquen un campo amplio. Para el estudio de estos problemas sociales en sus aspectos más complicados, donde el desiderátum es un estudio intensivo, realizado por mentes capacitadas, y conforme con los mejores métodos, el único organismo competente es la universidad. De ningún modo mejor la universidad estadounidense podría pagar la inusual generosidad de sus benefactores, que proveyendo a la nación de un cuerpo de verdad científica que podría iluminar la resolución de algunos de sus problemas sociales más acuciantes.

La Universidad de Pensilvania ha sido la primera en reconocer su deber a este respecto, y en la medida en que los medios y la oportunidad restringidos lo han permitido, ha tratado de estudiar los problemas Negros en una única localidad definida. Este trabajo debe hacerse extensivo a otros grupos y llevarse a cabo con un sistema más grande. Esta parece una oportunidad para la universidad Negra sureña. Escuchamos mucho de la educación superior Negra, y sin embargo todas las personas sinceras saben que no existe hoy día, en el centro de la población Negra, una sola institución de primera clase, totalmente equipada y dedicada a la educación superior de los Negros. Después de todo, no más de tres instituciones Negras en el Sur merecen el nombre de universidad. No obstante, ¿qué es una universidad de Negros sino un vasto establecimiento universitario para el estudio de un conjunto particular de problemas particularmente desconcertantes? ¿Qué entidad más eficaz o adecuada para enfocar los esfuerzos científicos de las grandes universidades del norte y el este, que una institución situada en el corazón mismo de estos problemas sociales, y convertida en el centro de una cuidadosa investigación histórica y estadística? El primer paso más efectivo hacia la solución de la cuestión Negra será, sin duda, la dotación de una universidad para Negros que no sea sólo un centro de investigación, sino un centro de investigación sociológica en estrecha relación y cooperación con la universidades de Harvard, Columbia, Johns Hopkins y la Universidad de Pensilvania.

Hacia esta dirección apuntan las conferencias de Negros de Tuskeegee y Hampton, así como los trabajos iniciados en la Universidad de Atlanta. En 1896 esta universidad reunió alrededor de cien hombres formados en la universidad sureña, y les presentó un plan de investigación sistemática de ciertos problemas de la vida urbana Negra, como por ejemplo las condiciones familiares, las viviendas, los alquileres, la propiedad de las casas, las ocupaciones, los ingresos, las tasas de enfermedad y muerte. Cada investigador tomó uno o más grupos pequeños para estudiar. Se estudiaron 59 grupos que integraron a 500 personas en diversas partes del país, y los resultados fueron publicados por la Oficina del trabajo de los Estados Unidos. Tal trabajo, puramente científico, realizado con la única visión de determinar las verdaderas condiciones de vida, marca una época en la concepción del lugar de la universidad Negra, y sin duda se desea que la Universidad de Atlanta tanga la posibilidad de continuar con este trabajo.

Finalmente, hay que subrayar de nuevo la necesidad de que los estudiantes tengan claridad sobre el objeto de toda ciencia, en medio de la confusión y el sentimiento intenso que nubla la discusión de una ardiente cuestión social. Vivimos en una época en la que, a pesar de los brillantes logros de un extraordinario siglo, hay muchas críticas al trabajo científico frívolo, cuando el buscador de la verdad es descrito a menudo como carente de compasión humana y descuidado de los ideales humanos. A pesar de toda nuestra cultura, seguimos siendo propensos a burlarnos de la heroicidad del laboratorio mientras animamos la arrogancia del azar de la calle. En ese momento, los verdaderos amantes de la humanidad sólo pueden mantener más altos los ideales puros de la ciencia, y continuar insistiendo en que si queremos resolver un problema hay que estudiarlo, y que sólo hay un cobarde en la tierra y es el cobarde que no se atreve a conocer.

 

W. E. BURGHARDT DU BOIS

University of Pennsylvania

 


NOTAS

* Du Bois, W.E.B. 'The Study of the Negro Problems'. Annals of the American Academy of Political Science. Vol. 11. (Jan., 1898), pp.1-23. Traducción de Aurora Vergara Figueroa. Universidad Icesi. El comité editorial de la revista CS agradece a Sage Publications la autorización para traducir y publicar este artículo.

N. de la T. W. E. B. Du Bois presentó la primera versión de este artículo en noviembre de 1897, en la cuadragésima cuarta reunión de la Academia Americana de Ciencia Política (American Academy of Political Science) en Filadelfia. Por esta época, el autor se encontraba desarrollando los estudios sociológicos en el Seventh Ward que fueron publicados en 1899 bajo el nombre The Philadelphia Negro. En este mismo libro, el autor escribe 'usaré el término 'Negro' para designar a todas las personas de descendencia Negra, aunque la apelación hasta cierto punto es ilógica. Por esta razón utilizo la letra mayúscula, porque considero que ocho millones de americanos tienen el derecho a que se use de letra mayúscula' (p.1). Por esta razón, preservamos en esta traducción las denominaciones con mayúscula.

1 N. de la T. Cuando Du Bois utiliza la palabra students (estudiantes), hace referencia a los investigadores.

2 N. de la T. Un centro que articule la explicación de los problemas.

3 Una bibliografía del Negro Americano es una tarea muy necesaria. La literatura existente puede resumirse brevemente de la siguiente manera: en la línea de investigación histórica hay estudios generales sobre el Negro tales como el de William titulado 'Historia de la Raza Negra en América'; están también los estudios de la esclavitud de Wilson, Goodell, Blake, Copley, Greeley y Cobb, y el tratamiento del tema en el historias generales de Bancroft, Von Holst y otros. Tenemos, igualmente, breves historias especiales de la institución de la esclavitud en Massachusetts, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Pennsylvania, el Distrito de Columbia, Maryland y Carolina del Norte. El comercio de esclavos ha sido estudiado por Clarkson, Buxton, Benezet, Carey y otros. La señorita McDougall ha escrito una monografía sobre los esclavos fugitivos. Los códigos de esclavos han sido estudiados por Hurd, Stroud, Wheeler, Goodell y Cobb. Los aspectos económicos del sistema esclavista fueron delineados magistralmente por Cairnes, y hay una gran cantidad de material disponible sobre la materia, que muestra la evolución de la opinión anti-esclavitud. El Gobierno de Estados Unidos ha recogido material estadístico y sociológico tanto en su censo como en la oficina de estadística; las investigaciones del Congreso y de los gobiernos estatales y las sociedades han añadido algo a esto. Por otra parte, tenemos los estudios estadísticos de DeBow, Helper, Gannett y Hoffman; las observaciones de Olmsted y Kemble, y los estudios e interpretaciones de Chambers, Otken, Bruce, Cable, Fortune, Brackett, Ingle y Tourgée. Investigadores extranjeros, desde Tocqueville y Martineau hasta Halle y Bryce, han estudiado el tema. Algo se ha hecho en la compilación de folklore y la música, y en el estudio dialectico y antropológico del material recogido. Además de esto, hay una masa de publicaciones periódicas, de todos los grados de valor, llena de opiniones, observaciones, experiencias personales y discusiones.

4 N. de la T. En esta sección del texto, W. E. B. Du Bois cita los argumentos de varios investigadores de la época sin presentar las referencias a las entrevistas o los textos que revisa. Consultamos al Dr. John Bracey Jr., profesor del departamento de Estudios Afroamericanos de la University of Massachusetts-Amherst, para corroborar estas referencias, y nos explicó que en los textos producidos por Du Bois durante esta época se presentan múltiples alusiones a entrevistas que realizó y preservó como anónimas, de las cuales, en la mayoría de los casos, no quedó registro. Agradecemos a Carmen Luz Cosme y Maria Ximena Abello por ayudarnos a consultar con otros expertos en la obra de Du Bois para aclarar este aspecto.